¿Cómo afecta el cambio climático en la seguridad y salud laboral?
Estrés térmico, contaminación atmosférica, aumento de las enfermedades transmitidas por vectores, la radiación ultravioleta, fenómenos meteorológicos extremos o una mayor exposición a los productos agroquímicos. Los patrones climáticos cambiantes tienen notables repercusiones en el mundo del trabajo y afectan en particular a la seguridad y la salud de las personas trabajadoras.
Con motivo del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, el próximo 28 de abril, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pone el foco en concienciar sobre las repercusiones del cambio climático en el entorno laboral.
En esta línea, la mutua Umivale Activa ha preparado una campaña informativa con el objetivo de dar a conocer alguna de sus repercusiones a través de dos pósteres y dos fichas informativas.
La OIT resalta que el cambio climático tiene notables repercusiones en el ámbito laboral, afectando especialmente a personas que trabajan al aire libre. “Por ello es importante concienciar de cómo el clima puede afectar a la seguridad y la salud, integrando dentro de la gestión preventiva acciones destinadas a prepararse y adaptarse al cambio climático, en concreto a efectos como el incremento de la temperatura y los eventos meteorológicos extremos”, destaca José Luis Cebrián, coordinador del Servicio de Actividades Preventivas de Riesgos Laborales de la mutua.
“Es conveniente diseñar e implantar protocolos y pautas de actuación para llevar a cabo las distintas actividades laborales bajo estas condiciones, así como actividades de formación e información”, señala Cebrián.
Enfermedades transmitidas por vectores
La campaña aborda de manera especial la repercusión del cambio climático en las enfermedades de transmisión vectorial (bacterias, parásitos o virus que transmiten enfermedades infecciosas al ser humano).
“Las condiciones climáticas, la deforestación, la globalización, la contaminación, son factores que favorecen una mayor incidencia de las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores”, apuntan desde la mutua. “En determinados casos no pueden prevenirse por vacunas o quimioprofilaxis, por ello su control está basado en la capacidad de reducir la fuente de vectores y su contacto con las personas”.
Los materiales detallan en términos generales unas medidas o recomendaciones para evitar el contacto con vectores y su proliferación:
En el interior de los centros de trabajo
- Identificar todas las zonas susceptibles de ser un hábitat larvario del vector. Mantener en adecuadas condiciones sanitarias cualquier instalación de alcantarillado, fosas sépticas y sumideros. Evitar y/o drenar cualquier acumulación de agua que pueda encontrarse en los subsuelos. Vaciar o renovar el agua periódicamente, limpiar, desinfectar y controlar periódicamente dichas zonas. Tapar mediante tapa o tela mosquitera delgada aquellas instalaciones que no puedan vaciarse.
- Garantizar un aislamiento estructural. Tapar las grietas y los agujeros de las paredes y de los techos, proteger las juntas de las puertas y ventanas, vigilando que cierren bien.
- Instalar mosquiteras de malla fina en ventanas, puertas de acceso o rejillas de ventilación. Colocar burletes en puertas, abrigos en los muelles de descarga y rejillas en desagües y tuberías.
- Garantizar unas condiciones termohigrométricas que no favorezcan la proliferación de estos seres vivos.
- Garantizar unas condiciones óptimas de limpieza en los lugares de trabajo, acorde a las características del centro, actividad desarrollada, etc. No acumular residuos ni basuras. Dotar de contenedores con tapa para depositar la basura. Establecer programas periódicos de limpieza.
- Instalar difusores de insecticida eléctrico o inseptocaptadores.
- Implantar planes periódicos de desinsectación y desratización de los centros de trabajo. Las empresas que realicen los planes de control de plagas deben estar debidamente acreditadas y registradas como tal, conforme normativa vigente.
En trabajos al aire libre
- Vestir prendas, preferiblemente de colores claros, que cubran la mayor parte de la superficie del cuerpo, incluso sombrero, calcetines y calzado cerrado.
- No utilizar colonias que desprendan olores dulces, jabones con perfume o aerosoles para el pelo que atraigan a los insectos.
- En zonas endémicas, usar ropa tratada con plaguicidas.
- En la medida que sea compatible con la actividad laboral, evitar las estancias en el exterior en horarios de máxima actividad de insectos (primera hora de la mañana y última hora de la tarde).
- Inspeccionar el lugar de trabajo. Circular por el centro de caminos. Evitar o extremar la precaución al visitar zonas sin agua potable y con saneamiento deficiente, en las que puede haber más proliferación de insectos y, por tanto, un mayor riesgo de ser picados.
- Estar atento a la posible aparición de síntomas. En el caso de que persistan y/o empeoren acudir al médico.
- Extremar la higiene personal. Lavado de manos con mayor frecuencia.
- Aplicar repelentes en la piel. Los repelentes de uso corporal son compuestos químicos, naturales o sintéticos que aplicados sobre la piel expuesta protegen de las picaduras de artrópodos, pero no los matan. Estos productos sólo actúan cuando estos vectores se encuentran a poca distancia de la piel. La eficacia del repelente depende de su concentración y de la frecuencia y uniformidad de la aplicación. En el caso de utilizar fotoprotector de la piel, aplicar este primero, dejar absorber y después aplicar el repelente.
Este material ya se puede consultar y descargar en umivaleactiva.es, en el apartado gestión de la prevención de riesgos laborales.